Dj Dacel y su Sol de Octubre

Las cartas del juego son siempre las mismas. Lo que trascendente y marca la diferencia es la manera de jugar con ellas. Sol de Octubre es el as de Dj Dacel. habrá que ver como viene la mano.

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Es día de lavar ropa en el departamento que Daniel Celso comparte con dos amigos más. Borbotones de poleras, pantalones e indumentarias varias inundan el piso, toda una postal del típico estilo de vida del soltero. Igual cantidad de vinilos encontraríamos después en el dormitorio de nuestro anfitrión. Edificios de belleza prensada, la misma cera que, al correr de los años, terminaría siendo la materia prima de todo bombo, caja, melodía y sazón de lo que prontamente verá la luz en Sol de Octubre, el primer trabajo, después de años rulando en torno a la música, que Dj Dacel ha fabricado como Beatmaker.

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Asi como la acumulación de discos forja ese sabor distintivo de lo que pronto escucharemos de Dacel, el cúmulo de relatos personales denotan quizás el aspecto mas perecedero de este debut, se trata de la historia de uno de los dj más importantes de nuestra escena Hip Hop, la que se exhibe en esta pronta entrega.

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El relato comienza en la Legua, entre pastizales, detrás del rumbo de algún volantín errante, bajo el crisol del barrio y la familia. “Hace un par años, cuando ya llevaba un tiempo en esto del rap, me propuse hacer un disco yo solo, y me puse como fecha tope el 2010, por decir alguna cosa, como cuando uno dice que va a hacer algo más adelante y le pone una fecha ficticia. De esto hace 4 años o más. El problema fue que el 2010 llegó, y me di cuenta que nada, o muy poco de lo que había hecho tenia la calidad necesaria para ser parte del proyecto. Claro que el carrete y el camino recorrido fue la verdadera lección, puesto que al cabo de un par de meses, fui capaz de elaborar un par de canciones e ideas que me dejaron satisfecho. Me tomó 4 años darme cuenta que puedo hacer un disco en 6 meses. Y como es mi primer disco solo, obviamente tiene que ver con todo lo que yo soy hacia atrás”, comenta.

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“Yo partí en el rap bien chico, como a los 12 o 13años. Lo típico, un amigo, los cassetes y la libertad de compartir. Rapeabamos sobre la pista que fuera, en el colegio y en el barrio. Mi mejor amigo de aquel tiempo tenía un tocadiscos en su casa, de esos que se montan arriba de los equipos viejos. Aquella maquina era increíble, yo quería hacer lo mismo que hacia Dj Q en Juice, la película de 2pac. Encontraba que era sensacional hacer sonidos rayando vinilos. Claro, yo tenía ya el instinto musical, vengo tocando batería desde los 5 años gracias a un primo y la influencia de mi hermano mayor. Alucinaba con Rush, quería ser Neil Peart, me encantaba lo imponente de la batería”.

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“En eso me movia, entre los volantines y el rap. Hasta que un día fuimos a una tocata en Los Morros, por allá por el año 97. En ella vimos tocar a la Anita, a los Tiro, al Hennyo de Acero, y me dí cuenta que la única forma de brillar con esto era saliendo del barrio. Habia que mostrarse como fuera. Comenzamos a ir al Bio-Bio, allá formamos una crew, el Bio Piño. Llegaban raperos de todo Santiago a intercambiar cassettes, era impresionante, teníamos nuestra propia internet. Me hice de toneladas de nuevas canciones por aquel entonces. Luego volvíamos al barrio a tirar pinta con la música nueva. Entre esos intercambios siempre se hablaba de Mapocho. No teníamos idea que cosa era Mapocho, pero todos decían que era lo máximo. Finalmente fuimos un dia Mapocho, y fue para mí, una nueva epifanía. Los grafiteros vendiendo sus válvulas, círculos de freestyle alucinantes donde estaban todos los locos que sonaban en las tocatas. Entre tanta gente no era tan dificil hacerse de amigos. Existía cierta aura de respeto. Recuerdo haberles dicho a los FDA que yo quería ser su Dj, pero que tenían que esperarme porque no tenía torna. Trabajé y me compré mis primeros platos. Se los compré al Dj Scuad. Y de la nada, sin saber mucho, me vi inmerso en un grupo de verdad, con tocatas bien seguidas y un trabajo que la gente valoraba.

Luego vinieron las fiestas, recuerdo haber estado mezclando una noche, y al cabo de mi set se me acerca un tipo de la ZNC, un piño gigante de la zona norte de Santiago. Habia enganchado mucho con mi presentación, y quería que fuera a todas las fiestas que el producía. Y de ahí nunca más paré”, nos cuenta.

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Revisar la historia personal de Dacel es descubrir la verdadera naturaleza de Sol de Octubre, tanto por las condiciones que fomentaron su manufactura como por las influencias que forman parte del trabajo. “Si hay un concepto que englobe este disco es la versatilidad. Puedes encontrarte con cosas bien estrictas, Hip Hop de corte más duro, cosas más enfocadas en la pista de baile, que al fin y al cabo es lo que responde a mi labor de Dj, y también intentos más experimentales, más calmos. Me he dado cuenta que al fin y al cabo los elementos que conforman el rap son casi siempre los mismos, lo interesante es la manera en que tú juegas con ello, como mueves tus piezas, como armas tu propio esquema. Yo compartí departamento un tiempo con Geoslide. De él aprendí que mezclar música también es crearla, y que la diferencia entre pasar discos y armar líneas de sonido es bastante estrecha. De ahí me picó el bicho de hacer mis propias pistas. Además estaba lo de Beatminds, que ha sido como mi caballo de batalla todo este tiempo. Aparte de mi pronto disco, es el proyecto más personal en el que me he embarcado. Siempre encontré que la labor del beatmaker se veía solapada por el carácter del mc, y por la oportunidad que te brinda el micrófono de construir un discurso. Mi intención era dar espacio a la gente que hacia música para exponer su trabajo y que la gente estuviera al tanto y respetara este ejercicio. La empresa resultó todo un éxito, pero era algo extraño que el hombre detrás del único encuentro de beatmakers de Chile no hiciera beats. Eso también resulto una gran motivación para apurar el tranco del nuevo disco. ”

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De lo vivido y lo contado, de Jotadroh y de Anita Tijoux, de sus amistades y amores, de Geoslide, de Faruk, de Mapocho, de lo versátil, de las veces que estuvo a punto de abandonarlo todo. De la savia nueva, de la familia. De FDA, de Córdova, del fragor de la pubertad y de los volantines que todavía sigue encumbrando. De todo un poco tiene Sol de Octubre.

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