Notorious BIG - Ready to Die (1994)

Ni el propio diablo podría haber escrito la leyenda de este hombre de 170 kilos con mejor hechura. Rodeado por la mayor de las místicas: la que produce la muerte, y cargado además de significancias, contextos y coincidencias de esas que paran los pelos. Se trata del debut y la despedida de un tipo que - como todos sabemos-fue asesinado pocos días antes de estrenar su segundo álbum titulado, en una finta profética, Life after Death. Y como el mito por lo general no se sustenta por sí solo, el cuerpo audible de esta historia no podría haber sido de otra forma: una preclara obra maestra, revolucionaria en lo musical en aspectos que, hasta el día de hoy son reconocibles a nivel de influencia. Nacido el 13 de septiembre de 1994, hablamos del Ready to die del señor Christopher Wallace, alias Biggie Smalls, alias Notorius BIG.

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Mientras el grueso del público rap en Norteamérica se encontraba bailoteando en plan c walk y copiando los flows de Tupac Shakur, Dr. Dre y compañía, en un rincón de Brooklyn, el “unsigned hype” de 1992 según The Source era escuchado casi de fortuna por el entonces A&R de Uptown Records, Sean Diddy Combs. Convencido este de haber encontrado al nuevo chico malo de New York, no duda en llamarlo y le ofrece un contrato de grabación medianamente respetable. A cuestas traía Notorius su lucida capacidad para el Freestyle y un par de letras maqueteadas en el estudio casero de Mister Cee, un Dj discreto cuyo mayor merito era haber colaborado para Big Daddy Kane. La Hiperventilación del trato forzó al joven Smalls a foguearse primero en sencillos y colaboraciones (El clásico Party and Bullshit, perteneciente a la banda sonora de la película Who´s the Man), antes de trabajar de lleno en su debut. Así lo hizo para los trabajos de Heavy D, Super Cat, L L Cool J, y Mary J Blige, alcanzando con esta ultima (en el single Real Love, de 1993) la mayor connotación.

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Ya presentado en sociedad- según el plan establecido por Combs- era hora de trabajar en un álbum propio, que confirmara el talaje. Una de las críticas que se le hacen al Ready to Die es lo dicotómico que resulta a veces a nivel de instrumentalización, y aunque sabemos que el gusto es tierra de nadie, esta tilde devela un factor estético reconocible e insobornable: pareciera como si se tratara de dos álbumes diferentes. El primero, mucho más estructurado a nivel de métricas, siempre autobiográfico, con fuertes notas de violencia, callejero a decir basta, obstinado en comerse el mundo. Este primer momento sucede entre los estudios de grabación Hit Factory, y las dependencias de Uptown. Es el minuto donde Biggie recompone sus liricas anteriores y las reacomoda a la producción de un inspirado Easy Mo Bee, quien venía de trabajar en un proyecto en conjunto con Miles Davis (factor importante -según la crítica- del sonido final del disco). A este acto primero pertenecen canciones como Everyday Struggle, The What, Unbelievable y Warning.

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Todo iba según lo planeado, hasta que Diddy Combs fue despedido de Uptown, lo cual significaba también, por motivos de lealtad, la suspensión del proyecto. Justo en ese lapso nace la hija de Wallace. Sin contrato, se ve obligado a retornar a su vida anterior, es detenido por la policía y entre las drogas, la cárcel y los conflictos familiares, la integridad del proyecto se ve profundamente amenazada. Solo cuando la aspiración individual de Diddy, Bad Boy Records (quien nunca dejó de creer en el talento del de New York) se concretó, pudo retomarse la senda ya trazada, de la mano del beneficio de la confianza: Pasó de ser un disco más dentro de una disquera medianamente grande, a ser la prioridad de una casa discográfica emergente. Y es justamente este hecho el que forja el segundo sonido del Ready To Die. Sean Combs siempre ha sido mejor vendedor que músico, y la urgencia por posicionar su sello obligó a Smalls a desarmar una fracción de sus intenciones de crudeza y callejerismo. ¿Cómo podía caber un suave y pegote coro femenino entremedio de balas, marihuana y dinero? La respuesta fue dada a modo de singles en canciones como Juicy, One More Chance y Big Poppa (de descarado corte West Coast), tres diamantes de la música Pop, que le valieron romper todo hándicap comercial, superando con creces a otros discos capitales para la Costa Este, coetáneos, como lo fueron el Illmatic de Nas o el Enter the Wu-Tang (36 Chambers). La respuesta de The Black Frank White (autodenominado así en honor al personaje de Christopher Walken en la película de 1990, King of New York) frente al pie forzado de la transversalidad musical no pudo haber sido más radical: Se empecinó en “ensuciar” su repertorio lírico, con la intención de compensar y no perder credibilidad. Abandonó el cuaderno y empezó a improvisar largos versos, mas contradictorios, emotivos, menos esbozados y mas fluidos, verdaderos bombazos de estilo, aunque siempre desde la postura autobiográfica. De hecho la coherencia del disco está dada a través del relato de su propia vida, desde que nace hasta que metafóricamente se quita la vida en Suicidal Throughts.

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Dicen que la bala que le quitó la vida vino de Compton, encargo de Suge Knight y su vulgo de mafiosos patiños de Tupac. Los más conspiracionistas dicen que fue el propio Diddy, merced de un maquiavélico plan por erigir la leyenda que le aseguraría el futuro. Otros dicen que fue un ajuste de cuentas pendiente en el barrio. Lo claro es que la envidia destellaba en los ojos de la mayoría de los testigos del triunfo de la Opera Prima del de Brooklyn, y muchas veces el éxito se paga a precio de oro. El Obeso Mórbido más sexy de la historia de la música descansa con justa y sobrada razón dentro de aquel paraíso reservado solo para las leyendas del rap. Mientras tanto, Ready to Die seguirá sonando tan caliente como siempre. Y sí, el fellatio con el que termina Respect es cien por ciento real.

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